viernes, 25 de noviembre de 2016

El Taoísmo es Jazz (por Alberto Manuel Belmonte)


El Taoísmo es Jazz, por Alberto Manuel Belmonte

Si pudiera equipararse el Confucionismo a un género musical, ese sería la música clásica. El Confucionismo es orden y búsqueda de la perfección armónica, ausencia de error, cooperación y límites bien marcados, organización funcional. En este sentido se trata al humano como una pequeña pieza de algo mucho más grande, un pequeño soldadito al que se le van encomendando diferentes tareas dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentre. El orden social siempre está por encima del deseo individual y, por tanto, de la voluntad de decisión personal. Cada miembro de esta justa jerarquía (por tratar a todos con rotunda igualdad de oportunidades) recibe numerosas prestaciones sociales a cambio, siempre que no escape de los límites y se comporte según su rol. Si cada instrumentista realiza su cometido con entrega y dedicación, la pieza sonara perfecta para nuestros oídos y los pequeños errores que pudieran ocurrir quedarían imperceptibles. Esto es el Confucionismo, corriente de pensamiento social y política que ha tenido y tiene una gran influencia en la mentalidad asiática actual, en la que el conjunto de la sociedad siempre estará por encima del individuo.

Mientras tanto, en la otra orilla se encuentra la corriente filosófica del Taoísmo (Cuidado, no confundir con la popular religión que llegó a gozar de gran poder en ciertos momentos de la historia de China, del mismo nombre). El Taoísmo es jazz, es intuición natural, improvisación, caos benigno y humanidad sin mentiras, sin planificación, sin abstracción alguna. El Taoísmo nunca buscó la perfección ni armonía porque considera a la naturaleza humana armónica y perfecta por defecto. No hay paraíso alguno al que llegar, ni tarea alguna que nos conduzca a él. El paraíso está en nosotros, en cada acción que realizamos, en el puro presente. Es una corriente mucho más anárquica, que no cree en la moralidad ni cree en la comunicación lingüística. Tan solo cree en la experiencia actual y directa, en el “dejarse llevar” por el torrente natural que marca nuestro devenir. No se opone a ese poder que surge de las entrañas de la tierra, a esas leyes naturales a las que el humano tanto ha intentado controlar y manipular en su “beneficio”. Para el Taoísmo, el beneficio natural y el humano son la misma cosa. La relatividad campa a sus anchas, alejándose de los extremos.

Charlie Parker & Coleman Hawkins en plena improvisación creativa


El jazz no entiende de reglas, camina libre como el viento. Los músicos de jazz no siguen una partitura de manera estricta, es tan solo una guía con la que poder jugar con la música. El jazz es armonía no planeada. Cada instrumento se expresa sin subordinación alguna, pero a su vez, todo marcha, todo funciona, se llega a un clímax no buscado, a una atmósfera sensacional que nunca estuvo escrita antes. En definitiva, tanto el Taoísmo como el jazz son pura magia, un torrente de naturaleza pura y poderosa difícil de asimilar pero que cuando asimilas, puede cambiar tu vida para siempre.

Alberto Manuel Belmonte es licenciado en psicología por la Universidad de Sevilla y Master en Psicología Clínica por la Asociación Española de Psicología Conductual. Especialista en las sabidurías de Oriente,  actualmente reside en Fuzhou, China, donde realiza un estudio sociológico sobre el significado de la felicidad en los jóvenes universitarios chinos.Su recomendado sitio web es: http://experienciascumbre.es/

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